Cuando ya pensaban que no les podíamos sorprender más y creían que iban a hacer el cierre de su proceso en una sala de reuniones. Bajamos los participantes cerca de San Carlos de la Rápita donde entre campos de arroz les esperaban tres barcas de vela. Desde allí navegaron hasta unas hombreras, donde aparte de trabajar, disfrutaron de una degustación de mejillones y ostras recién salidos del mar.

La sorpresa final fue arremangarse los pantalones para poder llegar al Trabucador, subir a las furgonetas que los llevarían hacia Barcelona y celebrar la cena de despedida. Un gran grupo con el que nos quedamos con un muy buen recuerdo. Les deseamos mucha suerte en todos los objetivos que se hayan marcado en las tierras catalanas.